Víctimas de las actividades turísticas, muchos elefantes son acogidos por refugios para ser cuidados en un entorno natural. Lee lo que dice nuestro último aprendiz sobre el proyecto en Tailandia.
La verdad es que estas prácticas me han aportado mucho. Desde un punto de vista práctico, adquirí conocimientos lingüísticos para empezar, en inglés por supuesto, porque aunque mi nivel no era malo al principio, noté la diferencia al cabo de 6 semanas, cuando empecé a reírme de los chistes que contaban los ingleses, así como del pakinya (dialecto local).
También desarrollé habilidades para comprender el comportamiento de los elefantes y reconocer cuándo están sanos o no.
También aprendí a reconocer algunas hierbas medicinales de la selva y a utilizarlas, lo cual es muy útil, ya que algunas son más eficaces que las medicinas modernas, sobre todo la planta que detiene las hemorragias cuando se aplica sobre una herida (eficaz contra las sanguijuelas).
Esta experiencia también me abrió un poco más la mente, gracias a la gente presente de todas las clases sociales, a las diferencias de cada persona, a la amabilidad de los aldeanos, a la alegría de los niños de la aldea, viví innumerables experiencias enriquecedoras, y me alegré cada día de estar presente en la aldea.
Mi primer encuentro con un elefante. Tuve suerte, era el gran macho, es muy impresionante, y como teníamos plátanos, vino directamente hacia nosotros. Es muy, muy impresionante verle coger plátanos con la trompa en nuestras manos. Pero no hay que pensar que esto abre la puerta a mimos de paso; hay que evitar tocar a un elefante si no hace el primer movimiento para hacerlo.
Las comidas del domingo por la noche en el campamento, con todos los voluntarios, eran momentos muy cordiales: nos pasábamos los platos, charlábamos, simplemente nos divertíamos y, si teníamos suerte, había varios voluntarios fregando los platos, lo que ampliaba la cordialidad.
Hablando del campamento, la primera vez que llegas y ves las montañas frente a ti, es mágico; podrías pasarte horas contemplándolas.
Por último, me encantó dar clases de inglés a los niños del pueblo. Son todo lo bulliciosos que pueden ser, pero con paciencia, sonrisas y, sobre todo, sin que se te suba a la cabeza, pasas un rato mágico.
Sí, sin dudarlo, es difícil de resumir, pero seguro que has oído el dicho de que cuando te vas a vivir al norte lloras dos veces, cuando llegas y cuando te vas... pues esto es peor, salvo que no lloras cuando llegas, sino que te asombras.
En lo que a mí respecta, Real Step fue un punto de contacto perfecto, con personas entusiastas que escuchaban, estaban disponibles y eran flexibles. ¡Así que puedo darles un 5/5!
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